miércoles, 29 de agosto de 2012

Jornadas Subcomisión de Familia y Vida de la C.E.E. Julio 2012


Como cada año, durante el mes de Julio, la Subcomisión de Familia y Vida de la C.E.E., organiza unas jornadas de formación. Os presentamos algunas de las ponencias que se han presentado en dichas jornadas en este año 2012

 

PRESENTACIÓN DEL CURSO DE FORMACIÓN.
JUEVES 19 -07 - 2012.
JOSÉ MAZUELOS. OBISPO DE JEREZ

 
Para mi es una alegría poder tener esta primera tomar contacto con todos los delegados de Pastoral Familiar , es la primera vez que asisto a estos encuentros y la verdad es que voy a estar poco tiempo con vosotros, me vais a perdonar porque he estado en una gira en Latinoamérica, y tengo la diócesis abandonada y tengo que volver rápidamente mañana por la mañana a la diócesis, pero sin embargo si para mi es importante, también, todo el tema que se ha elegido para este año, esos primeros años del matrimonio, la importancia, las dificultades, el acompañamiento pastoral y se me ha pedido, un poco, que yo encuadre este curso en esta primera conferencia, que la han titulado, "la importancia de la perspectiva del matrimonio en los primeros años."
Ni que decir tiene que el repentino cambio que viene tras la luna de miel, puede ser uno de los momentos más serios en la vida de una persona. Algunas parejas jóvenes lo describen como "un golpe en la cara con un vaso de agua fría" o como "ser golpeado por un rayo". Otras parejas lo expresan diciendo: "siento que estoy como en otro planeta y quiero regresar a casa" o "extraño poder hacer lo que yo quiera cuando lo quiero hacer".
Por otra parte, los diferentes estudios sobre la familia nos muestran que en la actualidad la mitad de quienes se separan lo hacen en los primeros siete años de matrimonio. Normalmente, ahora, normalmente, los dos primeros años de matrimonio se producen muchos divorcios, estamos vislumbrando que cada vez se va incrementando más en los dos primeros años de matrimonio. Pero, en líneas generales, no suelen ser en esos dos primeros años, ya que el entusiasmo de esta primera novedad facilita la ausencia de problemas mayores, entre los 2 y los 10 años de matrimonio, se entra en el periodo de descubrimiento de la auténtica personalidad del cónyuge. Hacia los 5 ó 7 años de boda se produce la primera crisis matrimonial gorda, importante, que puede provocar el divorcio.
Todo ello nos pone por delante la urgencia de tomar acciones concretas tanto en cuanto a la preparación para el matrimonio como en el apoyo y la formación para los matrimonios y padres de familia, especialmente los más jóvenes.
Pues dicho esto, marcada toda esta problemática de los primeros años de matrimonio, voy a intentar encuadrar todo este curso, dando unas pinceladas en un primer momento, donde, sobre, exponiendo los factores o la cultura en la cual nosotros estamos inmersos viviendo y que facilita, o mejor, dificulta la vida matrimonial, tenemos esa cultura que llamaba Juan Pablo II, la cultura de la muerte o esta sociedad posmoderna, donde precisamente no se facilita la vida matrimonial y posteriormente os expondré algunas orientaciones para ayudar a acompañar a los matrimonios y padres de familia, especialmente los más jóvenes.
La primera cosa, cuando nosotros hacemos una visión de la sociedad en la que nos toca vivir, si hacemos esa visión de la realidad fijándonos en los medios de comunicación, fijándonos en el mundo de la publicidad, es decir, donde se refleja, un poco ese sustrato cultural en el cual vivimos, podemos descubrir que estamos anegados de sexo, mediante una propaganda ideológica casi continua, es difícil, si uno se deja llevar por estos derroteros, ver la sexualidad con unos ojos limpios, sanos, normales, permanentemente somos invitados al sexo por la propaganda atosigante de una industria que mueve una ingente cantidad de intereses económicos, utilizando como reclamo, la atracción del cuerpo humano como objeto de placer. La sociedad y los mass media ofrecen, a menudo, una información despersonalizada, lúdica, frecuentemente utilitarista, algunas veces pesimista, pero siempre vista desde el deseo y el placer, e integrado en lo que podemos llamar la civilización técnico – hedonista, en la que observamos 3 datos en forma de 3 rupturas. Una es la ruptura amor – sexo – matrimonio, fruto de la negación de toda trascendencia. También la ruptura con la verdad de la corporalidad mediante la imposición de la ideología de género, fruto del relativismo y la ruptura de la procreación con el sexo y la familia como consecuencia de una actitud que no valora la vida humana en toda su dignidad.
En relación a la ruptura amor – sexo – matrimonio, vemos como es patente en nuestra vida cotidiana, en nuestro país donde se impone por ley una ruptura entre sexualidad – matrimonio, con el supuesto amor libre, sin compromiso institucional alguno y una ruptura entre sexualidad y amor, siendo el sexo un deseo o un juego de placer en el cual el amor puede aparecer o no. De esta forma se consigue normalizar una vida sexual plena desligada de compromiso y de cualquier relación con la familia tradicional que conlleva una responsabilidad en ese sentido. Por ejemplo, se facilita el acceso de los adolescentes a la vida sexual libre y sin represiones, podríamos decir que hasta se recomienda e incluso se llega a permitir el aborto libre sin el permiso de sus padres. Se promueve, igualmente, las parejas de hecho, se agiliza el divorcio con el llamado divorcio exprés, es decir, con la simple petición de uno de los contrayentes y sin necesidad de ofrecer un motivo válido para tal solicitud, legalizando así el repudio, algo que el mundo occidental había considerado siempre como un acto gravemente injusto y que ahora está siendo presentado como una forma rápida de divorcio. Esta ruptura, conlleva por un lado la degradación de la dignidad del matrimonio, que viene equiparado con uniones que nada tiene en común con él, por otro lado, la introducción en la conciencia social de un desprestigio de la relación conyugal entre un hombre y una mujer.
Pero, otro, elemento importante en esta cultura, es la implantación de esa dictadura del relativismo, que habla Benedicto XVI y la propagación de la llamada ideología de género, está bien recogida en este último documento que ha editado la conferencia episcopal, la subcomisión de familia, esta ideología de género intenta alcanzar la igualdad plena entre el hombre y la mujer, a través de la desaparición de cualquier diferencia, sustituyendo la naturaleza sexuada del ser humano con la tendencia sexual, realizada así, una obra de ingeniería social y cultural. La dimensión sexuada del ser humano viene negada y combatida, intentando así obtener una ruptura de la sexualidad de todo proyecto existencial de la persona, ya no se habla de sexo sino de género, que es una construcción cultural, en cierto sentida distinta del sexo, no se habla de hombre y mujer sino masculino, femenino y neutro.
Ahora mediante, la ideología de género, es posible afirmar que el ser sexuado de una forma concreta no es algo constitutivo para establecer una diferencia entre un hombre y una mujer sino que la identidad sexual del ser humano viene definida por el resultado de su propia voluntad, desde su propia elección, además que incluso en contra de su propia conformación morfológica. Ahora es posible determinar el ser a partir del existir. Yo pienso que esto es una de las cosas más claves que tenemos hoy, que es lo que en definitiva está de fondo, lo que tiene de fondo toda la bioética. Nosotros que existimos determinamos el ser, nosotros que existimos hemos determinado que hasta los tres meses o cinco meses no tienen ser, no hay, no es nada, 3 meses, si es síndrome de Down hasta los 5 meses, si tiene otra malformación hasta los 9 meses, nosotros que existimos decidimos quién es y quién no es, nosotros que existimos también decidimos que el matrimonio homosexual es matrimonio y lo decidimos y es lo que hay en el fondo, es decir, el existir, esto nunca se había dado, siempre el existir respondía al ser, hoy es el existir quien determina el ser. Esto es lo que está de fondo en toda esta problemática de la bioética y que aparece también en todos los entornos familiares.
Y además de esta promoción de la ideología de género, veíamos como también nuestra cultura aparece ese ataque a la procreación, el ataque a la procreación que viene especialmente concretizado contra la maternidad, mediante el derecho al aborto o el desarrollo de técnicas de reproducción artificial, donde la maternidad se identifica cada vez más con producir un niño o simplemente criarlo, una vez obtenido el hijo mediante un vientre de alquiler. Si la revolución sexual quería promover el sexo desligado del hijo, cada vez más posible obtener, podríamos decir, producir un hijo sin sexo.
Aquí, estamos viendo, analizando unas pinceladas sobre la sociedad en la que estamos metidos, inmersos con la ruptura entre sexo - amor – matrimonio, la ideología de género que he dado unas pinceladas y el ataque a la procreación que estoy con él en el ataque a la procreación.
Entonces, si la revolución sexual quería promover el sexo desligado del hijo, cada vez es más posible obtener, podríamos decir, producir un hijo sin sexo, esto está originando una mayor conciencia de la separación entre sexualidad y procreación y tiene como consecuencia, a la vez, una creciente tendencia a la selección del hijo
según los deseos de los padres o de los compradores.
    La separación entre procreación y sexualidad representa una herida profunda para la naturaleza humana, para la familia y a la sociedad. A la naturaleza porque transforma el hijo en un producto, insinuando la idea de que la vida puede ser una producción humana, a la sociedad porque la nueva vida presupone solo una capacidad técnica sin un contexto de amor de pareja. La familia natural es así reconstruida y reconstruida artificialmente de muchas formas, siguiendo los deseos de cada individuo, la maternidad y la paternidad se multiplican, está la paternidad/maternidad genética, la ideológica y la social. Desde un punto de vista técnico, hoy un niño puede tener hasta 6 padres, de la misma forma también la filiación se multiplica y asume muchas facetas, podríamos decir que se quiere proponer una nueva civilización, que como veremos, fruto de una visión concreta del hombre, pues como bien afirmaba Juan Pablo II, la civilización es siempre una expresión del hombre, de tal forma que según sea o no, la antropología, así será nuestra visión, visión total sobre la realidad del matrimonio y la familia. Esto lo tenía muy claro Juan Pablo II, el problema que tenemos planteado hoy, es un problema antropológico, es un problema de construir al hombre, de qué visión del hombre porque todo comportamiento moral, detrás de todo comportamiento moral, o detrás de toda propuesta de vida siempre hay una visión de Dios, del hombre y del mundo, no es nunca la moral neutral, siempre responde a una visión concreta, y hoy se nos quiere poner detrás un hombre concreto porque ya lo decían los santos padres " dime el hombre que eres, que te voy a decir en el dios que crees, o dime en el dios que crees que yo te voy a decir el hombre que eres" y aquí hay mucho que ver con eso, tenemos mucho que ver con eso, en el fondo se quiere imponer una idolatría, una visión en dios concreto, que es pura materia y se quiere construir un hombre que favorezca toda esa devoción a ese nuevo dios.
    Es lo que voy a intentar dar ahora unas pinceladas desde el punto de vista del marco antropológico, en el cual se fundamenta toda esta visión sobre el matrimonio, sobre todas estas cosas que se están poniendo poco a poco.
    La primera cosa que descubrimos, es que el hombre posmoderno se sitúa en lo definido por Comte como el status científico positivo, la idea central de este, es el rechazo de todo contenido filosófico que esté fuera del ámbito de la ciencia experimental, solo la ciencia empírica puede darnos una visión de la realidad, a la visión empírica de la realidad se fundamenta una antropología atea que no solo niega a Dios creador sino que además reivindica la negación de Dios como algo imprescindible para que el hombre pueda realizarse y alcanzar la plenitud. Sin Dios, el ser humano no es nada previamente dado sino lo que cada uno decide ser libremente, no tiene naturaleza ni esencia, esta se va labrando al filo de sus actos libres y por consiguiente son posteriores al hecho de existir, son una consecuencia, por eso el hombre es todo él, elección radical y necesaria y si el hombre es libertad radical, debe entenderse como proyecto de si mismo, en el sentido de que construye su ser siguiendo el camino libremente elegido por él. Todo esto da lugar a una antropología individualista y subjetivista. El ser humano viene concebido como un individuo que tiene como centro el cuerpo, concebido como fuente del deseo, de las pulsiones y sobre todo como templo del placer. La persona humana se transforma en un individuo que tiene el derecho a satisfacer sus deseos sexuales y sus necesidades reproductivas sin infestarse y sin embarazarse, el individuo es lo absoluto y se niega el carácter de alteridad del ser humano, también se niega en la dimensión sexual su carácter de alteridad de comunión interpersonal, de diálogo, originando una separación radical del sexo con la procreación y con el amor. Ahora, es posible configurar el matrimonio y la familia desde la ideología de género, se reduce el amor a la sexualidad y ésta a lo meramente genital, se mira al sexo, exclusivamente como instrumento de placer.
    Por otra parte, según la antropología individualista, en la que el ser humano existe, en definitiva, por si mismo, y busca siempre y en todo lugar, nada más que su propia felicidad, el matrimonio es considerado como un mero contrato cuyas cláusulas no provienen de la naturaleza humana ni de un orden moral objetivo, sino de la voluntad de las partes contratantes en el contexto de un consenso social mayoritario que la condiciona en parte y no sabe porqué, siempre y cuando se lograra ese consenso, el contrato matrimonial, debe ser solo entre un hombre y una mujer y no por ejemplo entre dos hombres o dos mujeres. En esta visión del matrimonio, tampoco hay lugar para la indisolubilidad matrimonial, hacer del matrimonio un mero contrato, parece normal que ese contrato pueda ser disuelto bajo ciertas condiciones, por ejemplo, en común acuerdo de las partes, más aún, el individualismo radical implica en último término, la posibilidad de disolver el matrimonio con la sola voluntad de alguna de las partes. Se produce así una banalización, trivialización del matrimonio, que termina siendo a menudo un contrato menos serio y existente que cualquier otro contrato con cualquier otra empresa.
Estas son un poco las pinceladas que me imagino que las va a tocar de forma magistral D. Francisco Contreras, estoy seguro que lo tocará todo esto de forma magistral, profundizará en esto, pero basten estas pinceladas para ver cómo es difícil hoy, en esta mentalidad situar el matrimonio. Es bastante difícil situar el matrimonio en toda esta mentalidad, y porque también nosotros poco a poco nos vamos infestando, por decirlo de alguna forma, por toda esta mentalidad hedonista, utilitarista y sobre todo con ese materialismo, yo pienso que esa es una de las grandes… el gran tema que hoy tenemos planteado es la ideología de género y todo es la imposición del materialismo, es curioso que incluso el marxismo está al servicio de él, cuando cae el mundo de Berlín, Juan Pablo II antes de la caída del muro de Berlín solamente tenía la mirada puesta en el marxismo y todos los documentos del papa Juan Pablo II, atacaban el marxismo, una vez que cae el muro de Berlín, Juan Pablo II se dedica a mirar al neocapitalismo salvaje, diciéndoles: atentos señores que esto no, que la caída del marxismo no quiere decir que se haya acabado con el materialismo, de eso D. Fernando Sebastian, en una conferencia que nos dio a los obispos del sur, nos decía que una como vez que cae el muro de Berlín, todo ese mayo francés, el liberalismo francés se manifiesta tal cual es, al principio mientras estaba el marxismo y el muro de Berlín, tenía un cierto, tenía una cierta espiritualidad, ese liberalismo del mayo francés, una vez que cae el muro de Berlín, desaparece la espiritualidad y se manifiesta tal cual es con todo su materialismo puro y duro, incluso el marxismo está hoy al servicio de ese materialismo, es curioso, que los marxistas ya no vamos por la lucha de clases sino que vamos en la ideología de género porque en el fondo nos interesa ir construyendo un hombre que sea pura materia, que se niegue toda transcendencia al ser humano porque un hombre reducido a pura materia, es un hombre cosificado y animalizado y es un hombre fácilmente manipulable con los grandes medios de comunicación que tenemos que no son neutrales sino que están siempre en manos de los medios de producción. Y ese es todo el tinglaíto que tenemos un poco montado, en el cual aparece solamente una voz discordante, en toda esta globalización.
Es curioso, yo ahora venía de Latinoamérica, pero, allí todo el mundo viste igual, se ven las mismas películas, en todos lados igual, se leen los mismos libros, en todos lados igual, se escucha la misma música, se tienen los mismos edificios, está todo perfectamente globalizado, perfectamente orquestado y solamente aparece una voz que puede ser discordante que no se va a casar con esta ideología, que como decía el existir determina el ser, una de las características siempre de toda ideología es que ella crea la realidad, y todo aquel que se adecua a la realidad creada por la ideología bienvenido sea, pero todo aquel que no se adecua a la realidad creada por la ideología pues anatema sea y por eso digo que frente esta ideología que se va imponiendo, me refiero a hombre, a pura materia, a puro animal de consumo fácilmente manipulable y que siempre genera bastante dinero porque dime el hombre que eres y te diré en el dios que crees, y un hombre pura materia, ya sabemos cual es su dios, que es el dios dinero, el que le da sentido, y el motor de su vida, pues decía que este hombre, todo es orquestado, parece a favor, que es la Iglesia católica, la que no se va adecuar a la ideología porque aunque podamos caer en tentación, podamos entrar en ideología porque lógicamente entramos y nos dejamos tantas veces llevar pero sin embargo si aparece una palabra siempre que reacciona " toma tu cruz y me sigues, toma la realidad, entra en la realidad porque la Verdad es lo que nos va a hacer libre" y por eso por mucho que queramos contagiarnos el Señor nunca nos va a dejar en ninguna ideología sino siempre nos va a exigir entrar en la realidad y en la Verdad, en definitiva. Y por eso, sabe todo este neocapitalismo salvaje, que aparece una lucecita, que se llama Iglesia católica, que no va a someterse a ninguna ideología porque llevamos ya muchos años y muchos siglos, donde, gracias a Dios, aunque nos hemos sometido a veces a ideología, pero siempre hemos tenido la capacidad de liberarnos de ella.
Bien, mas o menos estaremos en el mismo camino, al mismo tiempo tampoco quiero ver a nadie como perverso, ni malvado, sino, yo siempre digo, que como lo vería el Señor, más como ciego, tantas veces nosotros estamos ciegos, hemos sido ciegos, nos metemos en una forma de vida y nos olvidamos de la plenitud a la cual estamos llamados, pues también todas esas personas se dejan llevar en todo este contexto cultural, se ha hecho tantas veces una ceguera y que más quisiera, más quisiera poder vivir esa plenitud del matrimonio cristiano, esa llamada a vivir esa plenitud del matrimonio cristiano pero tantas veces se encuentran metidos, inmersos en un puro hedonismo, que en el fondo tantas veces los asfixia, por eso también nosotros, tenemos esa obligación de prestarle atención esos primeros años de matrimonio porque como decía D. Luis, es clave. Es como un arbolito, cuando el arbolito crece bien, con fuerza, después vendrá un viento que no es más que decir en definitiva lo que dice la parábola de construir la casa sobre arena o sobre roca y el matrimonio nosotros, cuando llegamos al matrimonio no está todo hecho sino todo lo contrario, es un comienzo, prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, no es te quiero mucho, yo te quiero y ya lo logramos, prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, comienza ahora a edificar una casa que hay que edificarla sobre roca y eso es importante.
Por eso, a la luz de todo esto, me voy a permitir darles unas sugerencias para ayudar en los primeros años del matrimonio.
    El nuevo hogar que hay que construir unos días después de la boda aparece como un bosque en el que apasiona penetrar pero que al mismo tiempo da miedo, como peligro, se ven los peligros, llenos de peligros, de misterio, pero en un primer momento no importa enfrentarse a ello, con la ilusión de estar juntos, la fuerza del amor, hace sentirse, al nuevo matrimonio, capaces de superar las dificultades y de disipar todos los inconvenientes, sin embargo, también se descubre, a lo largo de la vida cotidiana, esa vida ordinaria de hogar, que hay que construir, que exige grandes renuncias y que va exigir mucha comunicación y va a conllevar un esfuerzo mutuo.
    Los planes trazados y soñados durante el noviazgo, ahora han de ser realidades y la realidad es que siempre se aleja de nuestros sueños, exige en muchas ocasiones el sacrificio de aceptarla tal cual es pero además hemos de ser realistas y poner en práctica desde el primer momento esa voluntad de amar que había implícita en ese creciente pacto, llevado adelante en ese compromiso conyugal, poniendo todos, toda la capacidad de comunicación y transmitiendo mensajes de caridad, que aclaren las diferentes situaciones conflictivas que se vayan produciendo. Por eso, alimentar esa fuerza del amor y ese espíritu de superación, el objetivo que hay que lograr en esos difíciles primeros años de matrimonio y para ello, teniendo presente el programa de nuestro curso, me atreveré a exponer algunas orientaciones, a tener en cuenta, para afrontar esos primeros años:
    La primera cosa, la necesidad de una educación para el amor, la educación es un verdadero arte que requiere una singular sabiduría, que haga posible comunicar, transmitir la verdad sobre el hombre. El evento educativo consiste, precisamente, en conseguir que el educando descubra los significados básicos de su existencia, que le permitan dirigir su vida hacia la plenitud. Hoy nos encontramos con todo lo contrario, en la educación, en la fragmentación dominante hay un reduccionismo, como hemos intentado exponer antes, un reduccionismo de no la verdad del hombre sino una parte, una verdad parcial sobre el hombre, reducido el hombre a pura materia, al placer, que son importantes, que son maravillosos pero el problema es cuando desde el empirismo se anula toda otra realidad del hombre, entonces vemos como no hay una educación integral de la persona humana, por eso hay que educar. Toda educación cristiana y toda educación debe de aspirar a ser integral, a abarcar todas las dimensiones de la persona.
    La educación al amor no puede limitarse a ser algo simplemente marginal, decorativo sino que ha de formar parte constitutiva de cualquier propuesta cristiana. Todos somos conscientes de las carencias y de las grandes lagunas en la educación afectivo – sexual que reciben hoy nuestros jóvenes, hay un gran analfabetismo afectivo y que es un fenómeno de enorme dimensionalidad, a mi me llama mucho la atención, incluso en parejas de matrimonios, me llama la atención, lo analfabetas que son, es que es una cosa impresionante y la de problemas absurdos y entonces yo por eso digo, tenemos que montar COF de urgencias además de los COF hospitalarios, los COF de urgencia. Y los COF urgentes, por lo menos decirle a algunos que se creen que saben todo por ejemplo de sexualidad, de sexo y no se enteran que unos tienen testosterona y otras tienen estrógenos, no se enteran porque nadie se lo ha explicado, no lo saben. Y con esta ideología de género, vemos una masculinización de la mujer, que es imbécil, que es absurda porque no es posible la masculinización de la mujer, no es posible.
    Al mismo tiempo descubrimos una genitalización total del amor y tampoco es eso, por eso es fundamental la educación, hay un gran analfabetismo, la saturación de información sobre técnicas y procedimientos del así llamado sexo seguro, no es solo totalmente inadecuado e insuficiente para superar este analfabetismo sino que incapacita a los jóvenes para adentrarse en el aprendizaje del amor verdadero, las dificultades y obstáculos que se interponen desde una visión pansexual de la cultura son bien patentes. Para aprender el alfabeto y el lenguaje de amor, resulta imprescindible insistir en que la educación, hay que llevar adelante una educación del afecto. Educar el afecto implica acoger, compartir, comunicar, purificar, fortalecer y madurar la experiencia del amor. Y por eso, en esa educación podemos distinguir educación para el amor, es necesario una educación remota, por eso la familia es fundamental, en esa educación remota que se recibe en la familia que como decía Juan Pablo II "es un gran laboratorio de amor" es la primera escuela, más aún, una escuela permanente en la que la educación y el amor no se da con ávidas nociones sino con la fuerza incisiva de la experiencia. Por tanto, lo mejor para un buen comienzo de la vida matrimonial es haber recibido una buena educación familiar, fruto de la preocupación de los padres de familia por cultivar en sus hijos su capacidad de amar, pero también somos conscientes, la realidad hoy, en que nos encontramos que esa educación familiar, no se da, o bien, no existe la familia y por eso no solamente tenemos que, nosotros como cristianos tenemos que responsabilizarnos de dar una educación en el amor para nuestros hijos pero al mismo tiempo también como agentes de pastoral, tenemos que tener previsto que pueden llegar muchas personas que no tienen esa educación para el amor, no la han tenido en su familia, por eso, es necesario esa educación para el amor próxima, podemos llamarle, es decir, ofrecer a los novios y matrimonios programas de educación psicoafectiva-sexual y gracias a Dios en nuestro país, pues, aquí habéis hablado del Teen Star, para aprender a amar y gracias a Dios tenemos, está el instituto Juan Pablo II, que tanto está aportando a todo esto, pues yo pienso que hay una esperanza, y hay un despertar y estamos viendo esa necesidad y que poco a poco se está instaurando y pienso que es una esperanza para esos primeros años de matrimonio y para los agentes de pastoral, para las delegaciones de familia, en donde la gran mayoría de las veces se tiene preocupación por esto y se está introduciendo en los colegios en la medida que podemos y también en los niños de confirmación y al mismo tiempo a matrimonios también se está empezando a dar a matrimonios como una formación para los primeros años que les ayude a poder vivir esta primera etapa.
    Otra de las cosas importantes, yo esto ya os remito a la doctora Virginia Cagigal, que va a tocar todo esto en profundidad, la cual también como veis es un elemento importantísimo, no solamente nos van a dar marco en el cual nos movemos para saber con quien nos estamos jugando los cuartos para tampoco condenar a la gente porque muchas veces esa gente son ciegos metidos en esa cultura y que es lo que reciben y no podemos olvidar que quizás nosotros no veíamos la tele desde jovencitos, pero hoy un niño desde que tiene unos pocos de años viene educado por la tele y es lo único que ha visto y sigue educado por la tele, su visión de iglesia, su visión del sexo, su visión de la familia es la que le da la tele y después no le podemos pedir peras al olmo, por eso, esto nos mueve a todos a ser agentes de pastoral para llevar a adelante esa nueva evangelización que no es mas que ser luz para que el mundo ciego puedan ver y puedan entrar por esos caminos de plenitud, que es el matrimonio y la familia.
    Al mismo tiempo, yo decía que este tema de la educación lo va a tocar la doctora Cagigal, y me imagino que perfectamente y también os invito a estar atentos a todo eso, porque pienso que es algo que, estáis aquí los delegados de pastoral familiar, es algo que en todas las diócesis tenemos que preocuparnos bastante porque ahí nos jugamos mucho en esa orientación psicoafectivo-sexual de los adolescentes, de los jóvenes e incluso de los matrimonios jóvenes.
    Al mismo tiempo, también, otras de las orientaciones, no abandonar la fuente del amor, frente al relativismo, secularismo reinante en la cultura posmoderna es necesario una profundización en la filosofía y la teología del amor, algo que se encuentra en el fondo de la encíclica Deus caritas est, en ella Benedicto XVI ha insistido con gran fuerza en la verdad del amor, en lo que podíamos denominar el logos del eros y del ágape, frente a una verdad sin amor, propia del racionalismo y frente a un amor sin verdad propia del romanticismo, insistir en la verdad del amor, en su fuente, dinamismo unitario, posibilita penetrar en la lógica comunicativa y difusiva del amor que tiene su origen y su destino en el Dios infinito, así que hay que acudir a la fuente del amor, que es Dios mismo, que en su intimidad trinitaria es familia, modelo y origen de toda familia. Hay que mostrar con claridad que la familia y el matrimonio han sido pensados y queridos por Dios mismo, hay un proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, como podéis ver esto es un buen antídoto para toda esa secularización y esa radicación de toda transcendencia en la visión del hombre y si, hay un proyecto de salvación, un proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, podemos decir, en este proyecto que Dios ha diseñado su proyecto en la naturaleza misma de la persona. El plan de Dios ha quedado grabado en la creación del hombre y la mujer. Dios escribió su lenguaje en el cuerpo humano, es decir, la persona humana está hecha de tal modo, que el matrimonio y la familia son uno de los lugares fundamentales en los cuales se rebela y se realiza, el matrimonio y la familia manifiestan la persona humana y su más íntima verdad , al mismo tiempo, hombre y mujer tienen necesidad el uno del otro para desarrollar la propia humanidad, es la relación recíproca donde ambos se vuelven conscientes de que la plenitud puede ser alcanzada solo entregándose desinteresadamente al otro, de hecho, la diversidad sexual conlleva la complementariedad, que afirma, no me basto a mi mismo tengo necesidad de ti, a su vez, abrirse al otro sexo, es el primer paso para abrirse al otro, al diferente, que es el prójimo, hasta al otro con mayúsculas, que es Dios y aquí radica la dimensión transcendente de la persona y del amor humano. Por tanto, afirmar que el matrimonio y la familia son obras de Dios, supone afirmar que el matrimonio es un gran reto de humildad y de transcendencia, es una apertura plena a Dios como la de María y una entrega al proyecto de salvación de Dios como la de Jesús. No es posible construir una familia cristiana en un marco ateo – materialista, sino que es necesario introducir el matrimonio y la familia en el horizonte de Dios, que nos descubre aspectos inéditos y misteriosos de la diversidad sexual, el amor y el matrimonio. En dicho horizonte el amor entre el hombre y la mujer aparece como una realidad desbordante, un sacramento natural que significa y actualiza todo encuentro del hombre con su semejante y de los hombres con Dios, como dice el cantar de los cantares "El amor de los esposos es centella de fuego, llamarada divina, las aguas torrenciales no podrán apagar el amor ni anegarlo". La fuerza que atrae al amante humano viene de más allá de la persona amada y el deseo de fecundidad y persistencia transciende la débil fecundidad de la carne. Este desbordamiento o transcendencia del amor y fecundidad conyugal, se explica a la luz del misterio rebelado de la predestinación de los hombres a ser hijos de Dios Padre en su Hijo, muerto, encarnado, resucitado y dador del Espíritu. El corazón del hombre y la mujer va buscando el amor verdadero, bueno, hermoso, pleno y fecundo. Esta búsqueda es el eco en el corazón humano de la atracción eterna de Dios Padre que nos quiere incorporar a la gracia eterna con su Hijo unigénito con la acción del Espíritu, el hombre y la mujer son incapaces por si mismos de un amor tan hermoso. Se equivocan, pues, quienes absolutizan la dimensión meramente del amor humano, pues este está misteriosamente abierto y predispuesto para el amor divino.
    Es esto un poco lo que viene a recoger, Benedicto XVI, en Deus Caritas est, cuando habla de eros y ágape. Hablar de amor divino, es afirmar que el matrimonio ha sido constituido en Cristo como un camino de santidad de los esposos, los esposos amándose se transmiten no solo su amor y ternura, su ayuda y su compañía sino también el Espíritu Santo que han recibido, es decir, los esposos se hacen capaces de comunicarse mutuamente la gracia, en definitiva, afirmar que el matrimonio y la familia son obras de Dios es tener la certeza de que por muchos ataques que sufran o por muchos momentos que pasen de grave crisis, como la actual, ellas nunca podrán ser destruidas ni anegadas, son obras de Dios, por tanto, la familia de Nazaret, podríamos decir, es un fuerza de ánimo a todas las familias y una llamada a no tener miedo con la victoria final es de nuestro Dios. Al mismo tiempo afirmar la mentalidad del matrimonio supone, como recoge el Nuevo Testamento, ser imagen del amor de Dios a su pueblo, ser reflejo de la relación de Cristo con su Iglesia, es experimentar que la familia es una Iglesia doméstica, un lugar donde se da el amor verdadero, se da la reconciliación de sus miembros y si es una luz en medio del mundo, se participa de la reconciliación traída por Cristo a toda la humanidad.
    Como podemos ver tenemos mucho que ofertar y seducir a muchos matrimonios jóvenes, que quizás no entiendan mucho del matrimonio humano, de amor humano o incluso del amor que han visto en la tele pero se pierden la maravilla del eros junto con el ágape que nos posibilita el mismo Dios y la gracia de nuestro Señor Jesucristo, por eso hay que renovar esta filosofía, esa teología del amor, del matrimonio, en la cual me imagino, porque he cogido algunos trocitos de José Noriega, él va a profundizar tremendamente sobre esto, y la verdad, vamos a ver, vamos a ilustrarnos también, porque es importante introducir también al matrimonio en ese misterio del amor de Dios que engrandece, que seduce, que hace una llamada, yo digo, a subir al Himalaya, es una llamada a subir al Himalaya donde nunca se acaba y es estupendo.
    Al mismo tiempo, hay necesidad de vivir el verdadero amor ¿Por qué? Porque como he dicho antes el amor vendido en la publicidad de las pantallas de televisión de todo el mundo, es meramente el amor egoísta de la satisfacción del placer, le romance descrito como un ideal, es solamente como una glorificación de algunos de los instintos básicos del hombre, una fantasía de gratificación física y emocional, no es sorprendente que esta forma de amor no llegue demasiado lejos en el tiempo, el amor romántico basado en el deseo obsesivo de atender a la otra persona y en el gusto por estar con ella demasiado tiempo solo dura unos años, este estado emocional se desvanece muy rápido por el tiempo, más que un madurar, un ser vehículo para madurar en el amor se convierte en una amenaza a la intensidad placentera del mismo. El verdadero amor, en contraste, consiste en querer aceptar a la otra persona tal y como es y existe cuando uno está dispuesto a ceder algo preciado para el beneficio de la otra persona, el verdadero amor ve la dignidad de la otra persona y suscita un sentimiento de veneración por ella que toma cuerpo en el deseo de donación al otro.
Ahora es posible donar al otro aquello que poseemos, aquello que tenemos, tiempo y dinero, y también es posible donarse a si mismo, en esta donación de si mismo, es esa donación de si mismo lo que constituye el amor conyugal y consiste en una donación total, definitiva y eternamente fiel, ya que es fruto de haber visto una preciosidad tal que merece la propia persona. Entre las miles de personas que he visto, ésta ha sido vista con una luz singular, ésta es única y merece todo total y definitivo, no es todo aquello que tengo sino el destello que soy de mi mismo, cuando esto ocurre, la persona no se pertenece más así misma sino que se ha donado para siempre y este don total y definitivo se realiza y se expresa en su forma más alta, en el acto conyugal, donde se hace visible dos en una sola carne, por tanto, el amor conyugal no sigue la lógica del derecho de ser feliz, como nos dicen hoy, sino la lógica del amor, en donde cada uno es dominado por la exigencia de donar más que de recibir, quien más gana es aquel que mas ama.
Traigo aquí una conferencia de Juan Pérez Soba, en donde hablaba de este, de cómo en el tiempo actual ese amor romántico, en donde el tiempo aparece como una amenaza, lógicamente, si toda la razón de ser es un contrato, si el matrimonio es un contrato entre dos yo, cuyo objetivo es engordar cada uno de esos yo, quiere decir que yo estoy contigo en tanto en cuanto, tu satisfaces mi yo, cuando no satisfaces mi yo, ya está roto. Al mismo tiempo la verdad del amor, dirá al romanticismo que está la intensidad, por eso es un amor verdadero si es muy intenso y cuando hay dos yo que viven intensamente el amor, que nos ponen tantas veces en la tele, ¿no? que con dos besos se entra en el orgasmo de una intensidad maravillosa y estupenda, pues todo el mundo se queda así, con la boca abierta, pensando que eso es realmente de esa intensidad, pero claro, que es lo que pasa si la verdad del amor es tal intensidad, quiere decir que el tiempo es una amenaza porque a medida que pasan los años, la intensidades van disminuyendo o bien puede aparecer un tercero que prometa más intensidad, entonces siempre, en ese amor romántico, no es posible el matrimonio sino simplemente estamos en un contrato, en tanto en cuanto, nos satisface a nuestros yo, pues muy bien, cuando no, pues nos vamos cada uno por nuestro lado y decía, Juan Pérez soba, decía si la verdad del amor es la intensidad, la primera cosa que tenemos que hacer ver, es que, la verdad del amor puede que no sea la intensidad, de hecho, hay amores que no son intensos, por ejemplo: de la madre a un hijo, no tiene ninguna intensidad, ese amor, es un amor que tantas veces te quita la vida, te quita el tiempo, el sueño pero nadie duda de que haya verdadero amor de una madre a un hijo, luego, quiere decir, que la intensidad del amor quizás no sea, que la verdad del amor no sea la intensidad y por eso, decía, nosotros en nuestras celebraciones de boda decimos "promete serte fiel en las alegrías y en las penas" de tal forma que el amor es un aprendizaje, un camino a recorrer, es una casa a construir, por eso, la verdad del amor no es la intensidad ni el placer sino la verdad del amor es una vida escrita y construida en comunión con otra, construyendo la casa, es vivir la verdad de nuestro ser biográfico, donde cada página del libro de nuestra vida, se necesita mucha gente para escribirla pero de una forma especial en el matrimonio donde dos en una sola carne van escribiendo un libro común y por eso, prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, quiere decir que el amor hay que aprenderlo y nosotros disponemos del mejor catedrático que existe en amor que se llama Jesucristo como ese no hay ninguno, si alguien quiere decirnos que es el amor, que venga, yo siempre digo, cuando nos hablan de amor, yo digo una cosa, cuando aparece un hombre y que dice yo no creo en Dios y se manifiesta su secularismo, simplemente hay que hacer un examen de amor, lógicamente, porque como dice el Santo Padre, si Dios no existe, hombre, quien te va a perdonar a ti, por eso, normalmente, el hombre que no cree en Dios y se erige él en Dios, es duro para perdonar porque es duro para amar, primer examen. Pero, al mismo tiempo, después, cuando alguien quiere hablarme de amor, pues yo tendré que meterme también, a hacerle una prueba, la prueba del 9, la prueba del 9 es meterle en el amor manifestado en Cristo Jesús en la cruz, que a veces se corresponde, porque si tu le llamas amor a engordar mi yo, pues mira, es todo lo contrario, lo que vemos en la cruz, donde aparece el mismo Cristo, que me dice que mi vida vale más que la suya y es capaz de donarse por mi porque mi vida para Él vale más que la suya y ahí está la plenitud del amor, por eso, tenemos que aprender a amar y el prometo serte fiel es un aprendizaje, al mismo tiempo, si tenemos que aprender, tenemos que estar abiertos no solamente al catedrático sino que también tenemos que ser, ser ayudados, por eso, meterse en un bosque, como hacía la comparación al principio o subir al Himalaya, lógicamente si no te ayudan otros, pues difícilmente podemos alcanzar eso. Por eso, prometo serte fiel, nos lleva a poder entrar a descubrir que la lógica del amor, el verdadero amor, no es precisamente ese amor hedonista que nos proponen sino que el verdadero amor está en la capacidad de poder morir y poder donarme en plenitud a la otra persona.
Como todo esto entra dentro del curso, también, por la teología del amor, yo os remitiré hacia una nueva teología, la importancia en los primeros años, toda esta, hacia una nueva teología del matrimonio, todo esto, como podéis ver, Juan Pablo II, ha hecho muchísimo, Benedicto XVI, en toda la teología del cuerpo, en toda la teología de Juan Pablo II y será por eso atrayente y será estupendo poder escucharlo a D. José Noriega, que seguro que lo hace también, maravillosamente.
Y por último, me gustaría dar unas recomendaciones prácticas sobre esto, se encargarán de profundizar D. Antonio Crespo y Celia Cuevas, así como con Nuria Chinchilla. Entonces, algunas orientaciones prácticas, pues la primera que yo diría, es integrar la iglesia doméstica en la Iglesia universal, es precisamente esa integración lo que reindicaba el Santo Padre en Milán ante la cuestión que le suscitaba una pareja de novios sobre la dificultad de hablar hoy de un amor para siempre, el Papa afirmaba: "es necesario tener presente, la importancia de que el yo no esté solo, el yo y el tu, sino que esté implicada también la comunidad de la parroquia, de la Iglesia, los amigos. Todo esto, la justa personalización, la comunión de vida con otro, con familias que apoyan unas a otras, es muy importante y solo así en esta implicación de la comunidad, de los amigos, de la Iglesia, de la fe, de Dios mismo, crece un vino que vale para siempre", ¡Ojalá! sea así para vosotros, terminaba el Santo Padre. Siguiendo este consejo del Papa es necesario descubrir la necesidad de la dirección espiritual que ilumine el camino del amor y evite el del egoísmo. Igualmente la necesidad de la oración y de la ayuda de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la penitencia, también es importante compartir un camino de fe con otros matrimonios o la participación en grupos de familia que se nutran con la palabra de Dios y del magisterio de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.
Yo pienso que esto es una cosa clave, un reto que tenemos clave todos, que ya lo ha dicho el Papa, es necesario grupos o pequeñas comunidades en torno a la palabra viva de Dios. Es necesario matrimonios que se ayuden en torno a una palabra viva de Dios porque en tiempos de paganismo siempre la fuerza de la Iglesia va a ser la comunidad, esa es la riqueza, la fuerza y el arma de la Iglesia en tiempos de paganismo. Yo digo, lo que nos toca vivir hoy, no se difiere en nada, a lo que vivieron los Corintios, si hablamos, yo le digo a los jóvenes, pa litronas, la de los Corintios, eso si que eran litronas, la de los romanos eran litronas a tope, se metían los dedos y seguían bebiendo, para orgías sexuales, la de los Corintios, también tenían sus efebos, tenían de todo, todo estaba, por eso a nosotros no nos asusta el mundo de hoy, no nos asusta, a nosotros lo que nos tiene que preocupar, no es darnos susto ni miedo ese mundo, nosotros ya nacimos en ese neopaganismo, lo que nos tiene que preocupar es que aparezcan hombre y mujeres dispuestos a vivir ese encuentro con Cristo Jesús, que configura una nueva vida y que es posible a través de la familia cristiana y de la vida consagrada desde el celibato, es posible mostrar al mundo una luz que ayude a humanizar toda esta sociedad. Pues eso es, importante, tenemos que abrir vías donde tantos hombres y tantas mujeres pueden encontrarse con esa palabra de Dios, puedan alimentarse, nutrirse del pan del cielo, puedan unirse a la palabra de Dios para poder desafiar, a toda esa cultura en la cual estamos, al mismo tiempo, es necesario, como decía el Santo Padre en Milán, la ayuda de la Iglesia, de la comunidad para poder vivir hoy el matrimonio en medio de nuestra sociedad, como lo tuvieron que hacer los Corintios, pues un poco ahí estamos.
Al mismo tiempo, también es necesario cambiar de forma de pensar para vivir la realidad del matrimonio. En el matrimonio, Dios nos llama a dejar padre y madre y unirse a su cónyuge, esto implica hacer un cambio en la forma de pensar, ahora se pertenece a alguien más, así como en la forma de actuar, ya no actúa como una persona soltera, es decir, es necesario vivir el refrán " el que se casa, casa quiere" es mejor que los recién casados vivan independientes, por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer en una sola carne. Mirad, cuántos matrimonios rotos por no vivir esto y porque nadie se lo ha dicho, pero sin embargo, si lo vemos en el libro del Génesis, en ese primer matrimonio, en el principio no fue así, por eso el hombre abandonará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer formando una sola carne.
Yo he escuchado a mi profesor de Biblia, D. Juan Guillén que decía, que era el texto más feminista que existía dentro de la escritura y por qué era un texto feminista, porque hombre, lógicamente, en un pueblo nómada donde las mujeres venían integradas en el clan del marido, este texto parecía todo lo contrario, decía la mujer no viene a anular el clan del marido sino que el marido tiene que abandonar su clan y su seguridad va a ser su mujer en medio de un desierto en un pueblo nómada, por eso, es importante, hay que romper el cordón umbilical con papá y con mamá y lanzarse al desierto, un hombre y una mujer para ser dos en una sola carne.
Pues pienso, que esto son pequeñas cositas pero es importantísimo tenerlo presente para los primeros años de matrimonio porque cuando aparece la primera crisis, lo primero que hace uno, es salir corriendo, refugiarse en la mamá que cocina mejor que la otra. Y muchas veces más vale una colorada que cien amarillas. Y también les viene bien, bueno, mas o menos, esas pinceladas, como estoy ahora con algunas pautas pastorales y pienso que lo van a tocar el último día pues continúo otro tema importante es la necesidad del diálogo, todo matrimonio tiene el peligro de entrar en la rutina conyugal, abandonando el diálogo y aquí en esto del diálogo si que se manifiesta bien los estrógenos y la testosterona, aquí si que se manifiesta bien. A todo este problema de la rutina conyugal, hoy nos encontramos también con otros enemigos del diálogo, que es la televisión, que es Internet, que es la vida laboral, esa vida inmensa, tan intensa y claro cada día se dialoga menos y siguiendo con el relato del Génesis, dice que si Adán, en vez de estar durmiendo la siesta hubiera estado un poco dialogando más con Eva quizás la serpiente no lo hubiera seducido con la manzana, pues lo mismo, como todos estamos durmiendo la siesta, Adán está durmiendo la siesta y la otra está tonteando por el manzano, pues lógicamente, pasa lo que pasa. Es decir, ante esta dificultad, es necesario tener presente que la comunicación es fundamental para la comprensión y para alimentar el amor. Una verdadera comunidad vital de personas, no se funda en el intercambio de cosas o de principios formales que regulan su distribución equitativa sino sobre la apertura de las personas entre si a la luz de un bien en el que pueden comunicarse, el amor nos permite conocer el misterio de la persona, y también nos abre el acceso, al modo de comunicarnos con ella. Es necesario, tener presente en todo conflicto, además de que es necesario, es diálogo, también hay que cumplir unas reglas en este diálogo o en todo conflicto, que yo le llamo siempre las reglas del 50 por ciento, es decir, tener presente que no se puede dialogar desde una actitud defensiva que rechaza toda responsabilidad en el problema y siempre se defiende la inocencia, es no admitir estar equivocado, contraatacar, eludir la responsabilidad en la construcción del conflicto, en algún sentido, desconfirmar las percepciones del otro, es una forma de autoprotegerse ante lo que es percibido como un ataque, en vez de acoger la queja, entenderla en su origen conductual y emocional, se defiende, da argumentos, se da argumentos, niega situaciones, adopta una actitud de víctima y culpa al otro. El antídoto, ante esta realidad, es aceptar que siempre la responsabilidad de uno en el problema, mirad, estamos muy habituados a tener presente los pecados de acción pero no los de omisión y por eso en todo diálogo matrimonial, yo siempre digo, mínimo, mínimo el 25 por ciento, hay que empezar a reconocer, ahora si el cien por cien es del otro, pues entonces apaga y vámonos a casa, pero siempre el 25 por ciento, aunque sea por omisión porque te ha faltado compasión, porque el amor, una de las virtudes que más caracteriza al amor es la compasión. La compasión no es tener lástima del otro, la compasión es saber ponerte en el lugar del otro, entonces por eso es importante los estrógenos y la testosterona para ponerte en el sitio del otro porque claro si tu miras al otro con estrógenos, pues lógicamente no vas a ser compasivo o si tu miras al otro no solamente con testosterona no vas a ser compasivo. La compasión es ponerte en el lugar del otro, ¿qué estás entendiendo el otro? Al mismo tiempo, hablábamos, no hay amor sin verdad, la verdad es una virtud que tiene dos elementos, el contenido y las formas, por eso, tu serás muy veraz en tu contenido pero qué estás expresando, estás siendo prudente, ¿ no estarás perdiendo la veracidad porque las formas te traicionan?, es decir, por eso, yo siempre digo, en un conflicto matrimonial, la primera cosa, no consiste en tirar de la cuerda, a ver si se rompe y en buscar amigos para que te ayuden a tirar de la cuerda sino consiste en sentarnos y a ver, en caminar hacia el centro de la cuerda y eso es siguiendo la regla, yo os digo del 50 por ciento pero por lo menos la del 25 por ciento, segurísimo.
Otro elemento importante será la apertura de la vida, la encuesta para padres del proyecto de investigación "Conocer la familia", nos muestran que quienes tienen 4 hijos, tienen el 18 por ciento más probabilidades de experimentar bienestar existencial, a priori de la media, de aquellos que tienen solo uno y casi 10 por ciento de aquellos que tienen 2 hijos y es como nos decía nuestro querido Juan Pablo II en el jubileo de las familias, "los hijos son un don, primavera de la familia y de la sociedad". También el estudio de factores de ruptura y éxito del matrimonio nos muestra otro hallazgo interesante respecto a los hijos, los hijos son factor de unión para aquellos que se reportan insatisfechos con su matrimonio, si encontramos un aumento tan significativo en las separaciones matrimoniales durante los primeros 4 años, queda abierta la hipótesis si no será porque los jóvenes esperan mucho tiempo antes de tener hijos y no tienen esa ancla que les motiva a luchar y a solucionar las crisis que muchos enfrentan en los primeros años, por eso, es importante toda esa cuestión de la apertura a la vida, la escuela de padres, que también se va a abordar aquí, importante.
Yo he utilizado siempre en la catequesis del bautismo, era donde utilizaba e iluminaba un poquito esa situación, la catequesis del bautismo del primer hijo, cuando tenía el primer hijo, en donde, lógicamente, la mujer ya tenía satisfechas sus relaciones afectivas con su niño enganchadito a su teta, y así efectivamente, ya tengo aquí a mi niño, ya tengo mis afectos cubiertos para colmo como has tenido 9 meses de una relación especial con él, pues entonces yo ya estoy con mi niño, llegaba el otro que no ha tenido una relación de 9 meses con él, se encuentra con los afectitos cubiertos de la otra, se encuentra un poco despreciado y aparecen unos juicios ahí, unas cosas que se van metiendo en la alacena y empieza, y entonces, una le exige al otro, cuidado que no mira a su hijo, cuidado que no tiene compasión conmigo, cuidado y el otro dice, esta desde que tiene a su niño ya no quiere nada conmigo y ahí entramos, entonces, en ese sentido una escuela de padres viene muy bien decir, que lo primero para el marido, su mujer y lo primero para la mujer, el marido pero al mismo tiempo también hay que tener paciencia, tiene que tener paciencia porque el marido que no ha tenido 9 meses al niño, ni tiene teta, ni le está dando teta, tiene que tener paciencia también, al mismo tiempo al marido, hay que decirle que también tenga paciencia porque también la maternidad en estos primeros meses necesita una mayor dedicación, así que por eso es necesario el diálogo y no que cada uno cuando tiene al niño, una se pone con su niño, otro se pone con Internet o con la televisión, metemos juicios, juicios y después todos afloran, es cuando nos tiramos los primeros tratos y ya aparecen.
Pues bueno, pues simplemente estas pinceladas y concluimos, he intentado enmarcar este curso, en el cual se van a tocar tantos temas tan interesantes, que tanto nos van a servir para esos primeros años de matrimonio y por eso yo pienso que nos van a servir mucho para esos COF de urgencias, no cuando a los COF nos llegue ya la gente totalmente destrozada, si son COF de urgencias, que viene uno con estos primeros tiempos, los primeros años de matrimonio con un problemita y resulta que mira lo que te pasa es que tienes que romper un poquito el cordón umbilical, si eso es normal lo que te pasa, o mira lo que te pasa el lógico, si has tenido el primer niño es lógico, es normal, no es raro, o mira, que no, que es que no, que no es estar puesta todo el día la tele, que tienes testosterona y la otra tiene estrógenos, que no te preocupes, que tranquilo, muchacho. Y esos primeros años de matrimonio podríamos solucionar muchos temas que si los dejamos infestar a la larga se produce una gran septicemia pero si los evitamos pues no hay ningún problema, pues simplemente eso, y espero que el curso sea fructífero, que estéis atentos a toda esta temática que se va a abordar, que yo he intentado, darle así unas pequeñas pinceladas para enmarcarlo y espero que el Señor os iluminará, nos iluminará a todos y el reto que tenemos hoy en esta pastoral familiar es de lo más emocionante que existe y la nueva evangelización no es posible sin la familia, así que pienso, que hay que lanzarse sin miedo y hay que profundizar en la pastoral familiar.

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