sábado, 13 de abril de 2013

II CONCURSO "EL MILAGRO DE LA VIDA"



El  Valor de la Vida en sus  Últimas Etapas


El elogio en la palabra 
Lectura del libro del Eclesiástico 44, 1.10-15:

“Hagamos el elogio de los hombres de bien, de la serie de nuestros antepasados. ¿Qué diremos de ellos? Fueron hombres de bien: su esperanza no se acabó; sus bienes perduran en su descendencia; su heredad pasa de hijos a nietos. Sus hijos siguen fieles a la alianza, y también sus nietos, gracias a ellos. Su recuerdo dura por siempre; su caridad no se olvidará.



Sepultados sus cuerpos en paz, vive su fama por generaciones; el pueblo cuenta su sabiduría, y la asamblea pregona su alabanza”.



En este párrafo está el perfume de la historia, creación, descendencia, amor puro. Los padres participan un poco del poder del Padre Eterno, creador, y sus hijos se crían en el regazo de sus corazones, en el sudor de sus manos, y en la educación de sus aptitudes.




Depositarios de la memoria colectiva

10. Es urgente recuperar una adecuada perspectiva desde la cual se ha de considerar la vida en su conjunto. Esta perspectiva es la eternidad, de la cual la vida es una preparación, significativa en cada una de sus fases. También la ancianidad tiene una misión que cumplir en el proceso de progresiva madurez del ser humano en camino hacia la eternidad. De esta madurez se beneficia el mismo grupo social del cual forma parte el anciano.

Los ancianos ayudan a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría, porque las vicisitudes de la vida los han hecho expertos y maduros. Ellos son depositarios de la memoria colectiva y, por eso, intérpretes privilegiados del conjunto de ideales y valores comunes que rigen y guían la convivencia social. Excluirlos es como rechazar el pasado, en el cual hunde sus raíces el presente, en nombre de una modernidad sin memoria. Los ancianos, gracias a su madura experiencia, están en condiciones de ofrecer a los jóvenes consejos y enseñanzas preciosas.
Desde esta perspectiva, los aspectos de la fragilidad humana, relacionados de un modo más visible con la ancianidad, son una llamada a la mutua dependencia y a la necesaria solidaridad que une a las generaciones entre sí, porque toda persona está necesitada de la otra y se enriquece con los dones y carismas de todos.

A este respecto son elocuentes las consideraciones de un poeta que aprecio, el cual escribe: “No es eterno sólo el futuro, ¡no sólo!... Sí, también el pasado es la era de la eternidad: lo que ya ha sucedido, no volverá hoy como antes... Volverá, sin embargo, como Idea, no volverá como él mismo”(16)…

“Honra a tu padre y a tu madre”
11. ¿Por qué, entonces, no seguir tributando al anciano aquel respeto tan valorado en las sanas tradiciones de muchas culturas en todos los continentes? Para los pueblos del ámbito influenciado por la Biblia, la referencia ha sido, a través de los siglos, el mandamiento del Decálogo: “Honra a tu padre y a tu madre”, un deber, por lo demás, reconocido universalmente. De su plena y coherente aplicación no ha surgido solamente el amor de los hijos a los padres, sino que también se ha puesto de manifiesto el fuerte vínculo que existe entre las generaciones. Donde el precepto es reconocido y cumplido fielmente, los ancianos saben que no corren peligro de ser considerados un peso inútil y embarazoso…

(CARTA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II A LOS ANCIANOS 1999)


“El Valor de la Vida en sus Últimas Etapas”, ésta es el lema elegido para el concurso que la Pastoral Familiar convoca, con motivo del día de la vida. En esta ocasión referido a los abuelos, representados en S. Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos de Jesús.



















Bases del II Concurso "El Milagro de la Vida"