domingo, 25 de noviembre de 2012

ORACIÓN DE ADVIENTO EN FAMILIA


La familia se reúne para hacer la oración: se prepara la Biblia, el icono de la Sagrada Familia y una vela.
                            
Empezamos poniéndonos en presencia de Dios, y nos santiguamos: “EN EL NOMBRE DEL PADRE…”
                                              
INTRODUCCIÓN:

         El Adviento es tiempo de:

-         espera-memoria de  la primera y humilde venida del Salvador en nuestra carne mortal. Se nos invita a la conversión mediante la voz de los profetas, y sobre todo de Juan Bautista:“Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos” (Mt 3,2)

-         espera-súplica de  la última y gloriosa venida de Cristo, Señor de la historia y juez universal. El Día anhelado en cada Eucaristía por el grito ¡Maran atá!, ¡ven Señor!, en el que la promesa se convertirá en posesión, la fe en visión y “nosotros seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es” (1 Jn 3,2)



HIMNO
Tiempo de espera,
tiempo de esperanza.
Es el Señor el que llega.
¡Ven a salvarnos, Señor!                                

Tú, que sueñas otros días,
otros cielos, otra tierra.
¡Se han cumplido ya los tiempos,
es la hora del Señor!

Tú, que marchas en las sombras,
Tú, que buscas claridades.
Tú, que en medio de las cosas,
vas buscando la verdad.

Tú, que luchas por un mundo
de justicia verdadera.
Tú, que buscas otras sendas
de unidad y libertad.

Tú, que sufres en la espera.
Tú, que tensas la esperanza:
El Señor es el que llega.
¡Él nos da la salvación! Amén.
         Vivimos como si la vida cristiana fuera lo que nosotros hacemos con Dios, pero la verdad es que Jesús es el Dios-con-nosotros.

         … Mientras estaba él en estos pensamientos, un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu mujer, pues lo que se ha engendrado en ella es obra del Espíritu Santo.  Dará a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.
        
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que dijo el Señor por el profeta: “He aquí que la Virgen concebirá y parirá un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que quiere decir: Dios con nosotros”
        
Al despertar José del sueño, hizo como le ordenó el ángel del Señor, recibiendo en casa a su mujer; y sin que él la conociese, dio a luz un hijo y le puso por nombre Jesús.


                                                                                                       (Mt 1, 20-25)



Cómo nos interpela lo que vemos en el portal de belén.


Vemos ante todo pobreza.  Basta abrir los ojos. Éste es el alojamiento y la decoración que el Padre Eterno ha preparado para la entrada de su Hijo en este mundo.

*    ¿Cómo valoro y vivo la pobreza?
*    ¿Cómo me apego a mis cosas y posesiones materiales?
*    ¿Cómo reacciono ante tanta indigencia que existe a mi alrededor  y en el mundo?

La castidad y la pureza.  Es un nacimiento virginal, María es virgen, Jesús será virgen, pureza de San José.

*    ¿Cómo trato de imitar la vida de pureza que descubro en el portal?
*    ¿Cómo cuido la limpieza de mis pensamientos, palabras y obras?
*    ¿Cómo rechazo las tentaciones?
*    ¿Cómo evito las ocasiones peligrosas que me incitan al pecado?
*    ¿En qué grado considero mi cuerpo y el de los demás como templos sagrados de Dios?

Obediencia.  Jesús viene a este mundo y en estas circunstancias por amor obedencial al Padre, y dijo al entrar en él: he aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad (Hb 10,7) María y José fueron a Belén obedeciendo a un mandato humano y viendo en él los designios de Dios.

*    ¿Busco sinceramente en mi vida realizar ante todo la voluntad de Dios?
*    ¿Aplico interés y procedimientos para descubrir los designios divinos sobre mí?
*    ¿Cumplo honradamente mis obligaciones familiares, laborales, sociales, religiosas?
*    ¿Cumplo los mandamientos de Dios y de la Iglesia?

Humildad.  El Hijo eterno de Dios yace en un pesebre; la Sagrada Familia, la más amada y predilecta de Dios, morando en un establo, nos muestra esa humildad aceptada y querida. A esta luz analicemos:

*    Nuestro orgullo, vanidad, amor propio, deseo de sobresalir, de estima, de ser admirados.
*    Quedar por encima de los demás, tener siempre la razón. No ceder.
*    Rechazo sistemático de toda humillación. Defensa apasionada de mis derechos, justos o no tan justos.
Amor.  Todos los gestos, palabras, acciones de María y José son manifestaciones de amor. Contemplemos la cariñosa acogida que dan los pastores. Jesús nace en amor de indiscriminada entrega de sí a todos los hombres. El amor es la base del cristianismo y el primer y más importante de todos los mandamientos.

*    ¿Cómo los vivimos? ¿Es mi vida amor en donación y servicio?
*     Amar es dar; y el grado supremo, “darse”. ¿Lo practico?
*    ¿Intento ser fuente de cordialidad, amabilidad, solicitud, servicio, disponibilidad, alegría?
*    ¿Soy así en la familia, con los compañeros, amigos…?
*    ¿Mi amor es universal, a todos sin exclusión, aun a los enemigos?
*    ¿Qué pensar de enfados, ataques de ira, críticas, murmuraciones, difamaciones, resistencias a perdonar o a pedir perdón?

Diligencia.  Observemos la prontitud de los pastores en acudir al portal.

*    ¿Me dejo llevar de la pereza en mis obligaciones?
*    ¿Tiendo a posponer cosas que debo hacer?
*    ¿Respondo con prontitud a las invitaciones de Dios?
*    ¿Respondo con apremio a las ayudas que puedo prestar?
*    ¿Me esmero en hacer bien las cosas y trabajos que debo realizar?

  Piedad.  Los pastores encontraron a María, a José y al Niño, y lo veneraron.

*    ¿Examino mi preparación, esmero y diligencia en la oración?
*    ¿Tengo pereza, desidia, distracciones en el trato con Dios?
*    ¿Dedico intensidad y tiempo a la oración de alabanza, adoración y acción de gracias?
*    ¿Me dejo amar por Dios?
*    ¿Acudo a misa los días de precepto?
*    ¿Me esmero en la recepción de los sacramentos? ¿Valoro y vivo la Penitencia y la Eucaristía?

Interiorización.  La escritura nos dice: María guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón (Lc 2, 19)

*    ¿Interiorizo y asimilo las verdades y los misterios de Dios?
*    ¿Hago vida en mí la realidad del Evangelio de manera que configure mis actitudes y mi mentalidad?
*    ¿Fomento adecuadamente la devoción mariana?

Apostolado.  Los pastores “dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño, y todos los que lo oyeron se maravillaban” (Lc 2, 17-18).

*    ¿Soy consciente de mi obligación apostólica como consecuencia esencial de mi ser cristiano?
*    ¿Soy transparencia de Cristo en mi vida?
*    ¿Doy testimonio de cristiano con palabras y obras?

SALMO 24                  ORACIÓN POR TODA CLASE DE NECESIDADES

La esperanza no defrauda
(Rm 5,5)

  A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.

  Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas;
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.

           Recuerda, Señor que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

          El Señor es bueno y es recto,
enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

           Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.

           ¿Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido:
su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra.

            El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque Él saca mis pies de la red.

            Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.

            Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados;
mira cuántos son mis enemigos,
que me detestan con odio cruel.

             Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán
porque espero en ti.

             Salva, oh Dios a Israel
de todos sus peligros.


ORACIÓN DE LA FAMILIA

Oh Dios, de quien procede toda paternidad
en el cielo y en la tierra,
Padre, que eres Amor y Vida,
haz que cada familia humana se convierta,
por medio de tu Hijo Jesucristo, nacido de mujer,
y mediante el Espíritu Santo, fuente de caridad divina,
en verdadero santuario de la vida y del amor
para las generaciones que siempre se renuevan.
Haz que tu gracia guíe los pensamientos
y las obras de los esposos
hacia el bien de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones
encuentren en la familia un fuerte apoyo
para su crecimiento en la verdad y el amor.
Haz que el amor,
corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio,
se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis
por las que a veces pasan nuestras familias.
Te pedimos, finalmente,
por intercesión de la familia de Nazaret,
que la Iglesia en todas las naciones de la tierra
pueda cumplir fructíferamente su misión
en la familia y por medio de la familia.
Tú, que eres la Vida, la Verdad y el Amor,
en la unidad del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Orar con la Corona de Adviento.

1º Domingo de Adviento

Encendemos, señor, esta luz
en este domingo de Adviento,
para mantenernos despiertos y en pie,
como centinelas avispados,
ante el Hijo del Hombre que viene,
el Futuro glorioso que nos aguarda,
a despertar nuestra débil y adormilada esperanza.

Despiértanos, Señor,
para avistar a los desesperados de la vida,
para poder ver a los que solo esperan cosas
menores que ellos mismos,
para entrever a los que no tienen ilusión en Ti
para divisar a los que tienen su futuro cargado
de dudas e increencias.

Señor, para que en nuestro entorno seamos
testigos claros de tu luz
y motivos creíbles de esperanza
¡Marana tha, ven, Señor Jesús!

(Se puede cantar)

2º Domingo de Adviento

Deseamos, Señor,
con esta segunda luz que encendemos,
que intensifiques el resplandor de tu rostro
para los que viven en tinieblas
y en sombras de muerte.

Que la luz de tu presencia,
alumbrada en nuestras vidas,
nos haga percibir nuestras orgullosas altiveces y
nuestros abismos de pecado.
Equilibra y allana nuestras vidas, Señor,
y haznos caminos de acceso a Ti
para los hombres en destierro,
alejados de Ti y de los hermanos.

Señor, para que seamos contigo
luz atrayente y seductora,
¡Marana tha, ven, Señor Jesús!

3º Domingo de Adviento

Encendemos, Señor, esta tercera luz
más cercanos ya a la noche buena de la Luz Mayor.

Queremos dar testimonio de tu Luz, Señor,
 como hizo Juan el Bautista,
no somos nosotros la Luz, pero sí los testigos
de la Luz verdadera venida a este mundo.

Deseamos, Señor,
con esta tercera luz que encendemos,
que el fuego de tu Espíritu encienda
nuestros corazones
y los convierta en luminarias para los demás.

Danos un corazón que vea
las necesidades del prójimo
para compartir con él lo mejor que somos y tenemos.

Quema en tu hoguera, Señor,
 toda la paja de nuestras vidas
y reúne nuestros granos en pan comunitario
para renacer en Belén, la Casa del Pan.

Para que te revelemos como buena y gozosa Noticia para los hombres,
 tan necesitados de reconocerse como hijos de Dios
en la cuna comunitaria de Belén,
¡Marana tha, ven, Señor Jesús!

4º Domingo de Adviento

Encendemos, Señor, esta cuarta luz,
redoblando nuestro deseo de llegar
limpios e irreprochables,
a tu gran Día sin ocaso.

Oh, Dios restáuranos;
que brille tu rostro y nos salve.

Te necesitamos, Cristo, a Ti,
Luz viva y verdadera,
para aclarar e iluminar los caminos
que nos conduce a Ti,
Camino de los caminos humanos.

Enciéndenos tú, Señor,
nuestras lámparas que te esperan,
cargadas del aceite de nuestras mejores obras.
Que te alumbremos, como María,
Aurora del Sol naciente,
 en nuestras palabras y obras
para luz del mundo y de los hermanos.

Para que así sea, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
¡Marana tha, ven, Señor Jesús!



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