Matrimonios Santos

“No hay palabras para expresar la felicidad de un matrimonio que la Iglesia une, la oblación divina confirma, la bendición consagra, los ángeles lo registran y el Padre lo ratifica. En la tierra no deben los hijos casarse sin el consentimiento de sus padres. ¡Qué dulce es el yugo que une a dos fieles en una misma esperanza, en una misma ley, en un mismo servicio! Los dos son hermanos, los dos sirven al mismo Señor, no hay entre ellos desavenencia alguna, ni de carne ni de espíritu. Son verdaderamente dos en una misma carne; y donde la carne es una, el espíritu es uno. Rezan juntos, adoran juntos, ayunan juntos, se enseñan el uno al otro, se animan el uno al otro, se soportan mutuamente. Son iguales en la iglesia, iguales en el banquete de Dios. Comparten por igual las penas, las persecuciones, las consolaciones. No tienen secretos el uno para el otro; nunca rehuyen la compañía mutua; jamás son causa de tristeza el uno para el otro... Cantan juntos los salmos e himnos. En lo único que rivalizan entre sí es en ver quién de los dos cantará mejor. Cristo se regocija viendo a una familia así, y les envía su paz. Donde están ellos, allí está también Èl presente, y donde está Èl, el maligno no puede entrar.” 
El último párrafo de “Ad Uxorem” (II,8) de Tertuliano (c. 200-206)

Algunos matrimonios de santos y beatos

«En efecto, los esposos, “cumpliendo en virtud de este sacramento especial su deber matrimonial y familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, con el que toda su vida está impregnada por la fe, la esperanza y la caridad, se acercan cada vez más a su propia perfección y a su santificación mutua y, por tanto, a la glorificación de Dios en común” (Gaudium et spes, 48)

Queridas familias, hoy tenemos una singular confirmación de que el camino de santidad recorrido juntos, como matrimonio, es posible, hermoso y extraordinariamente fecundo, y es fundamental para el bien de la familia, de la Iglesia y de la sociedad.

Esto impulsa a invocar al Señor, para que sean cada vez más numerosos los matrimonios capaces de reflejar, con la santidad de su vida, el “misterio grande” del amor conyugal, que tiene su origen en la creación y se realiza en la unión de Cristo con la Iglesia (cf. Ef 5, 22-33).

4. Queridos esposos, como todo camino de santificación, también el vuestro es difícil. Cada día afrontáis dificultades y pruebas para ser fieles a vuestra vocación, para cultivar la armonía conyugal y familiar, para cumplir vuestra misión de padres y para participar en la vida social.

Buscad en la palabra de Dios la respuesta a los numerosos interrogantes que la vida diaria os plantea. San Pablo, en la segunda lectura, nos ha recordado que “toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir y para educar en la virtud” (2 Tm 3, 16). Sostenidos por la fuerza de estas palabras, juntos podréis insistir con vuestros hijos “a tiempo y a destiempo”, reprendiéndolos y exhortándolos “con toda comprensión y pedagogía” (2 Tm 4, 2).

La vida matrimonial y familiar puede atravesar también momentos de desconcierto. Sabemos cuántas familias sienten en estos casos la tentación del desaliento. Pienso, en particular, en los que viven el drama de la separación; pienso en los que deben afrontar la enfermedad y en los que sufren la muerte prematura del cónyuge o de un hijo. También en estas situaciones se puede dar un gran testimonio de fidelidad en el amor, que llega a ser más significativo aún gracias a la purificación en el crisol del dolor.»

(Homilía en la Beatificación del matrimonio Luis y María Beltrame Quattrocchi. 21-10-2001. Juan Pablo II) 
Fuentes: Martirologio Romano (Coeditores Litúrgicos. 2007), wwww.vatican.va y www.archimadrid.es



Conmemoración de los santos Zacarías e Isabel, padres de san Juan Bautista, Precursor del Señor. Isabel, al recibir a su pariente María en su casa, llena de Espíritu Santo saludó a la Madre del Señor como bendita entre todas las mujeres, y Zacarías, sacerdote lleno de espíritu profético, ante el hijo nacido alabó a Dios redentor y predicó la próxima aparición de Cristo, que procede de lo Alto.  (23 de septiembre)


Conmemoración de san Filemón, en Colosas, en la actual Turquía, de cuyo amor a Cristo Jesús se goza el apóstol san Pablo, y que recibe culto al lado de santa Apia, su esposa (s. I). (22 de noviembre)

En Nicomedia, ciudad de Bitinia, en la actual Turquía, santos mártires Macedonio, presbítero, Patricia, su esposa, y Modesta, su hija (s. inc.). (13 de marzo)

En Attalia, en la región de Pamfilia, en la actual Turquía, santos Hespero y su esposa Zoe, junto con sus hijos Ciríaco y Teódulo, mártires. Todos ellos, según la tradición, en tiempo del emperador Adriano eran esclavos al servicio de un pagano, y por orden de su mismo amo fueron primero azotados a causa de su libre confesión de fe cristiana, luego brutalmente atormentados y finalmente arrojados a un horno encendido, en donde entregaron sus almas a Dios (s. II). (2 de mayo)

En Cesarea de Mauritania, en la actual Argelia, santos mártires Severiano y Áquila, esposos, que fueron quemados vivos (s. III). (23 de enero)

En Costanza, lugar de Escitia, hoy Rumanía, santos mártires Marcelino, tribuno, su esposa Mannea y Juan, hijo de ambos (c. s. IV). (27 de agosto)

En Damasco, en Siria, santos mártires Pablo y Tata, cónyuges, con sus hijos Sabiniano, Máximo, Rufo y Eugenio, que, acusados todos ellos de ser cristianos, entregaron su espíritu a Dios atormentados con azotes y otros suplicios (c. s. IV). (25 de septiembre)

En la región de Sirmia, en Panonia, hoy Croacia, santos mártires Montano, presbítero, y Máxima, su esposa, que por confesar ambos su fe en Cristo Señor, fueron precipitados al mar por los infieles (c. 304). (26 de marzo)

En Cesarea de Capadocia, actual Turquía, santos Basilio y Emelia, que fueron padres de los santos obispos Basilio Magno, Gregorio de Nisa y Pedro de Sebaste, y de santa Macrina, virgen. Estos santos esposos, desterrados de su ciudad en tiempo del emperador Galerio Maximiano, habitaron en las soledades del Ponto y, después de la persecución reposaron en paz, tras dejar sus hijos por herederos de sus virtudes. (349 y 372). (30 de mayo)

En Jerusalén, santa Melania la Joven, que con su marido san Piniano dejó Roma, dirigiéndose ambos a la Ciudad Santa, en la cual 
llevaron una vida religiosa, ella entre las mujeres consagradas a Dios y él entre los monjes, y ambos murieron santamente (439). 
(31 de diciembre)


En Soignies, en la regi ón de Brabante, en Austrasia, hoy Bélgica, san Vicente o Madelgario, que, con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis, abrazó la vida monástica y, según cuenta la tradición, fundó dos monasterios (c. 677) (14 de julio). 
En Castroloco, en Neustria, hoy Mons, en Bélgica, santa Valdetrudis, que fue hermana de santa Aldegundis, esposa de san Vicente Madelgario y madre de cuatro santos, y, a semejanza de su marido, se ofreció a Dios y recibió el hábito monástico en el cenobio 
fundado por ella misma (688). (9 de abril)

En Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, santos mártires Aurelio y Sabigótona, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, quienes, en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, en la cual fueron finalmente decapitados (852). (27 de julio)

San Enrique, emperador romano-germánico, que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa, donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y fundó monasterios. Murió en Grona, cerca de Göttingen, en Franconia, actual Alemania (1024).(13 de julio). En el monasterio de Oberkaufungen, en Hesse, actual Alemania, santa Cunegunda, que aportó muchos beneficios a la Iglesia junto con su cónyuge, el emperador san Enrique, y que, tras la muerte de este, abrazó la vida cenobítica en el monasterio donde se había retirado. Al morir, hizo a Cristo heredero de todos sus bienes, y su cuerpo fue colocado junto a los restos de su esposo, en Bamberg (1033/ 1039). (3 de marzo)



En París, en Francia, san Elzearo de Sabrán, conde de Arian, que vivió la virginidad y todas las virtudes con su esposa, la beata Delfina, y murió en la flor de la edad (1323). (27 de septiembre). En Apt, lugar de Provenza, beata Delfina, en Francia, esposa de san Elzear de Sabrán, con el cual prometió guardar la castidad, y que, tras la muerte del esposo, permaneció en la pobreza y en la oración (1358/1360). (26 de noviembre)

En Kokura, en Japón, beatos mártires Simón Bokusai Kiota, catequista, y Magdalena, su esposa; Tomás Gengoro y su esposa María, y el hijo de ambos, Jacobo, todavía niño, que, por orden del prefecto Yetsundo, y por odio hacia el nombre de Cristo, fueron crucificados cabeza abajo (1620). (16 de agosto)

En Nagasaki, en Japón, beatos mártires Andrés Murayama Tokuan (esposo de la beata María, mártir), Cosme Taquekeya (esposo de la beata Inés, mártir), Juan Yoshida Shoun (esposo de la beata María, mártir), y Domingo Jorge (esposo de la beata Isabel Fernández, mártir), todos los cuales, por el nombre de Cristo, fueron quemados vivos (1619). (18 de noviembre). También 
en Nagasaki, en Japón, beatos mártires Antonio Sanga, catequista, y Magdalena, cónyuges; Antonio Coreano, catequista, y María, cónyuges, con sus hijos Juan y Pedro; Pablo Nagaishi y Tecla, cónyuges, con su hijo Pedro; Pablo Tanaka y María, cónyuges; Domingo Yamada y Clara, cónyuges; Isabel Fernández, viuda del beato Domingo Jorge, con su hijo Ignacio; María, viuda 
del beato Andrés Tokuan; Inés, viuda del beato Cosme Takeya; María, viuda del beato Juan Shoun; todos los cuales murieron por Cristo, martirizados con crueles tormentos en una colina ante ingente multitud (1622). (10 de septiembre)

En Nagasaki, en Japón, beatos Luis Yakichi y Lucía, esposos, junto con sus hijos Andrés y Francisco, mártires, que murieron por Cristo. La madre y los hijos fueron decapitados en presencia del padre, y éste fue quemado vivo (1622). (2 de octubre)

En Nagasaki, ciudad del Japón, beatos Pedro Arakiyori Chobioye y Susana, esposos; Juan Tanaka y Catalina, esposos; Juan Nagai Naisen y Mónica, esposos, y su hijo el niño Luis, que sufrieron el martirio por su fe en Cristo (1626). (12 de julio)

En Nagasaki, en Japón, beatos Gaspar Vaz y María, esposos, que, por orden del gobernador de la ciudad, sufrieron el martirio por odio al nombre de Cristo (1627). (27 de agosto)

Junto al río Uruaçu, cerca de Natal, en Brasil, beatos Manuel Rodrigues Moura y su esposa, mártires, que dieron la vida víctimas de la opresión que se desencadenó contra la fe católica (1645). (3 de octubre)

Memoria de los santos Agustín Yi Kwang-hon y Santa Bárbara Kwon-hui, esposos; san Damián Nam Myong-hyog y María Yi Yon-hui, esposos; Sebastián Nam I-gwan y santa Bárbara Cho Chung-i, esposos; san Agustín Pak Chong-won y Bárbara Ko Sun-i, esposos; todos mártires en Corea. Se veneran el día 20 de septiembre en común celebración todos los ciento tres mártires que en aquel país testificaron intrépidamente la fe cristiana, introducida fervientemente por algunos laicos, y después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los sacramentos por medio de los misioneros. 
Todos estos atletas de Cristo —tres obispos, ocho presbíteros, y los restantes laicos, casados o no, ancianos, jóvenes y niños—, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las primicias de la Iglesia en Corea (1839-1867). 
(ver también 3 y 26 de septiembre, y 29 de diciembre)


» Esposos Luis Beltrame Quattrocchi (1951), (9 de noviembre) y María Corsini (1965), (26 de agosto), beatos
"De la web: Obispado de Alcalá de Henares"


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Enrique Shaw, padre de familia, fundador de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, murió el 27 de agosto de 1962, a los 41 años.
El 19 de septiembre de 2013, se llevó a cabo la Ceremonia de clausura de la fase diocesana de la Causa de Canonización... "Seguir leyendo"

VIDEO: Enrique Shaw; Una Vida, un testimonio


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Algunos niños, adolescentes y jóvenes santos o beatos

«Caminar tras las huellas del divino Maestro entraña siempre una decidida toma de posición por él. Es preciso comprometerse a seguirlo dondequiera que vaya (cf. Ap 14, 4). Sin embargo, en este camino los jóvenes saben que no están solos. Santa María Goretti y los numerosos adolescentes que a lo largo de los siglos han pagado con el martirio su adhesión al Evangelio están a su lado para infundir en su corazón la fuerza de permanecer firmes en la fidelidad. Así podrán ser los centinelas de una radiante mañana, iluminada por la esperanza. ¡La Virgen santísima, Reina de los mártires, interceda por ellos!»

(Mensaje al Obispo de Albano en Italia con ocasión del centenario de la muerte de Santa María Goretti. 08-07-2002. Juan Pablo II)
Texto de referencia: Martirologio Romano, Coeditores Litúrgicos, 2007

"Enlace con la web: Obispado de Alcalá de Henares"
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