Al pasar por las celebraciones de estos días la liturgia cristiana nos ha dejado esperando… el misterio de la persona de Jesús, muerto en cruz, podría haber quedado en la decepción o el desasosiego. Pero una explosión de júbilo —¡Aleluya!— hace nuevo todo: Cristo vive, ha resucitado. No es una alegría cualquiera, es la alegría de la Pascua, la alegría de Cristo victorioso, la alegría al contemplar la belleza de la Pascua.
¡El Señor ha resucitado! ¡Aleluya!
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